A elevar las defensas con el albaricoque
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Con un 92 % de su peso comestible, el albaricoque se convierte en una opción saludable que combina fibra, potasio, vitamina C y carotenos. Gracias a sus diversos componentes, esta fruta no solo es deliciosa, sino también una fuente valiosa de nutrientes esenciales para el cuerpo.
Originario de las zonas templadas de Asia, el damasco, como también se le llama, fue introducido en Europa por los romanos desde Armenia. Su cultivo se remonta a más de 5 mil años en China. Hoy en día, se cosecha en países de todo el mundo, incluidos Turquía, Grecia, Francia, Estados Unidos, Sudáfrica y Nueva Zelanda. En España, la cuenca mediterránea es la principal región de fomento, por lo que constituye una de las naciones productoras más importantes de esta fruta.
Nutre y cura
El damasco posee destacadas propiedades antioxidantes pues contiene flavonoides, como la quercetina, que contribuyen a la protección celular y a la prevención de enfermedades. Según el Ministerio de Agricultura, en Argentina, estas cualidades podrían ayudar en la prevención de enfermedades cardiovasculares y en la inhibición del crecimiento de algunos tumores.

Un artículo publicado en el sitio web La Nación resalta que aparte de los beneficios derivados de su contenido en beta-carotenos, el albaricoque también es una excelente fuente de minerales como el potasio, el magnesio y el calcio.
Sin embargo, es importante señalar que la biodisponibilidad del calcio en esta fruta es menor comparado con la de los lácteos. Además, contiene ácidos málico y cítrico, los cuales potencian la acción de la vitamina C y ayudan a la eliminación de toxinas en el cuerpo.
El albaricoquero es un árbol pequeño, de 8 a 12 m de altura, con un tronco de hasta 40 cm de diámetro y una copa densa y extendida. Las hojas son ovadas, de 5 a 9 cm de largo y de 4 a 8 cm de ancho, con una base redondeada, una punta puntiaguda y un margen finamente dentado.
En tanto, el fruto es una drupa (fruta de hueso) similar a un melocotón pequeño, de 1,5 a 2,5 cm de diámetro, aunque más grande en algunas plantaciones modernas, con un color desde amarillo hasta naranja, a menudo teñido de rojo en el lado más expuesto al sol; su superficie puede ser lisa (botánicamente descrita como glabra) o aterciopelada con vellosidades cortas.
La pulpa suele ser empleada como alimento, pero en algunas especies como P. sibirica es seca. Su sabor puede variar de dulce a ácido. La semilla única está encerrada en una cáscara dura, con una textura granulosa y suave, excepto por tres crestas que corren por un lado.
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